

Cada Corazón un pesebre


Objetivo o propósito de esta Reunión:
Cada elemento de este material está dirigido hacia los niños y jóvenes de la Escuela Dominical. Todo el programa tiene la intención de guiarles a que tomen la decisión seguir a Cristo y recibir el regalo de la Salvación. Al final de esta lección los niños y jóvenes sabrán reconocer que en Navidad lo más importante es el nacimiento de Cristo y que esto nos trajo la Salvación, el mejor regalo de Dios.
Verdad central:
El mejor regalo de la vida es el regalo que Dios nos dio del nacimiento de Cristo y la Salvación a través de Él.
Preparación para el programa:
Si no utiliza la Sugerencia 1 para memorizar el versículo, recuerde hacer una tarjetita con este versículo bíblico. (Anexo 01)
En esta oportunidad, compartimos 3 formas de enseñar el versículo bíblico para que los niños puedan memorizarlo.
Lectura Bíblica:
Lucas 2:8-16 (NIV):
8 En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños. 9 Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor. 10 Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. 11 Hoy les ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. 12 Esto les servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».
13 De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: 14 «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad».
15 Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer».
16 Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre.
Versículo para memorizar:
Lucas 2:11-12
11 Hoy les ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor.
12 Esto les servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
Sugerencia 1 “Preparando mi pesebre”
Materiales (por cada niño):
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5 palos de helado o tiras de cartulina gruesa de 11,5 x 1 cm. Deben tener escrito una parte del versículo (Según la muestra)
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Pegamento o cinta doble faz (se puede compartir entre varios niños)
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Circulo de color amarillo de 12 cm de diámetro (para el resplandor)
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Imágenes de la estrella de Belén, la cuna y el bebé (anexo 02). Estas también pueden ser dibujadas.
Instrucciones:
Entregue los materiales a cada niño, puede tenerlos separados en sobres o bolsitas.
Existen 2 opciones para realizar esta manualidad, según las instrucciones de armado anexas:
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Que cada uno la arme según crea correcto y el primero que lo termine y esté bien armado gana, luego puede repetir los versículos hasta que se lo aprendan.
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Que usted vaya dando el orden de armado a la vez que va repitiendo el versículo, cada vez que agregue una pieza puede volver a repetir cada parte del versículo.
Sugerencia 2 “Preparando mi pesebre”
Esta sugerencia se trata de hacer todas las piezas en grande y armar un solo pesebre a la vista de todos los niños. Puede ir repitiendo las partes del versículo cada vez que agregue una pieza nueva.
Sugerencia 3 “Preparando mi pesebre”
Use las imágenes de la Instrucción de Armado y vaya proyectándolas en un data. Es similar a la Sugerencia 2, pero sin tener que hacer las piezas.
Lección Objetiva:
La caja con el mejor regalo
Materiales:
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Una caja hecha según el modelo del Anexo 03, forrada en un papel que no llame mucho la atención.
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Distintos regalos envueltos de forma muy obvia, por ejemplo:
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Una pelota envuelta para que se note lo que es.
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Un peluche envuelto para que se note lo que es.
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Un sobre de papel que se vea muy plano, puede ser una foto envuelta.
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Una caja envuelta muy elegante o con papel brillante con un regalo de poco valor, como un sobre de jugo o un lápiz grafito, por ejemplo, esta caja debe ser del mismo tamaño que el primer regalo.
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También puede mostrar las fotos del anexo 04 y solo tener el regalo que se convierte en una cruz y el regalo muy elegante.
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Arme la caja según las instrucciones y fórrela en un papel que no llame la atención. Dentro debe ir la palabra JESÚS.
Muestre las fotos de los regalos o los regalos obvios y pregunte a los niños si saben lo que es cada uno. Pregúnteles, también, si alguna vez han abierto un regalo pensando que era otra cosa y qué sintieron al darse cuenta, ¿fue mejor o peor de lo que pensaban? Si les gustó, ¿cuánto tiempo lo usaron? A veces los regalos nos emocionan un tiempo y luego se nos olvidan o se acaban, en el caso de un chocolate, o se le terminan las pilas, en el caso de un juguete o ya no nos quedan bien, en el caso de la ropa.
Muchas veces recibimos un regalo y nos imaginamos que es justo lo que estábamos esperando, pero al abrirlo no es lo que deseábamos, es algo que pasa muy seguido. Abramos este regalo (muestre el regalo elegante). ¿Qué creen que puede ser? Escuche las respuestas. Ábralo y saque el regalo sin valor. Para generar más expectación, ponga papel seda dentro para que cueste más encontrar el regalo.
Pregunte a los niños que piensan del regalo, ¿les gusto? ¿se imaginaban que podía ser eso?
Muchas veces nos dejamos engañar por el envoltorio, pero hay algo que siempre pasa con los regalos, no importa qué tan impactantes se vean por fuera, una vez abiertos esa emoción, felicidad o tristeza si no nos gustó, no dura mucho. La ropa se daña o queda pequeña después de un tiempo, los chocolates se terminan, los teléfonos pasan de moda, los juguetes nos aburren.
Abramos el segundo regalo. ¿Qué creen que puede ser? Escuche las respuestas y destaque si estas respuestas son diferentes a las que dieron con el primer regalo. Abra de a poco la caja, juegue con los niños para que traten de ver lo que hay dentro, pero no los deje. Luego ábrala por completo hasta que la cruz quede formada hacia ellos y puedan ver el nombre de Jesús y espere sus reacciones.
Éste es el mejor regalo que podrías recibir en la vida. Este regalo es diferente, una vez que lo recibes durará para siempre, no se acaba, no te queda pequeño, no te aburre, no se termina. Es un regalo que sigues recibiendo cada día. Este es el regalo de Dios para cada uno de nosotros: Su Hijo Jesús.
A lo mejor muchos de los que estamos aquí este día ya hemos recibido este regalo que ha cambiado nuestras vidas. Un regalo que nació en un pesebre, un lugar humilde como esta caja, sin lujos ni decoración.
Alégrate en dar y recibir regalos esta navidad, pero no olvidemos que, para nosotros, lo más importante es recordar que el mayor regalo de todos fue el regalo de Dios a nosotros, ese regalo que sigue dándose cada día.
Lección Bíblica:
Cada corazón, un pesebre
A veces, nos enfocamos en cosas que no son importantes y dejamos de lado lo que realmente importa. A veces queremos mirar las estrellas, pero la luz de la ciudad no nos deja verlas. Hay veces en que no sabemos que mirar porque hay muchas cosas para ver.
En la biblia, solo tenemos dos relatos del nacimiento de Cristo y se encuentran en Mateo y en Lucas. Pero solo Lucas escoge decirnos que hay un pesebre involucrado en el nacimiento, y lo hace tres diferentes veces en el capítulo dos. Mateo no menciona ningún pesebre; sin embargo, ponemos mucho énfasis en el pesebre como parte de nuestra herencia y narrativa cristiana, ¿no es cierto?
El pesebre es un buen material para darnos la idea de que Dios viene a nosotros con toda su humildad en el enredo y la confusión de la vida. Esto es cierto, y tiene su lugar; pero, ¿puede el pesebre mismo hacernos olvidar sobre algo más significativo?
Lucas 2:8-16 (NIV):
8 En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños. 9 Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor. 10 Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. 11 Hoy les ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. 12 Esto les servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».
13 De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: 14 «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad».
15 Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer».
16 Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre.
Ciertamente este relato es muy familiar. Lo hemos leído varias veces y a veces, cuando leemos una historia una y otra vez, puede ser difícil encontrar información y puntos de vista nuevos. Y no hay duda que la historia de la natividad es una que ya estamos acostumbrados a escuchar. Pero algo me llamó la atención y que me pareció un poco refrescante.
Mateo solo dice: “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María…” Marcos y Juan no hablan del nacimiento de Jesús.
Pensemos:
Cuando queremos que un perro mire hacia un objetivo, ¿qué hacemos? Lo señalamos con la mano, ¿cierto? apuntamos hacia esa cosa que queremos que mire. Y ¿dónde fijan su mirada los perros cuando apuntamos? ¡Al dedo!, ¡a nuestra mano! No la dirigen hacia el objeto que estamos apuntando. Por lo general los perros no hacen eso.
El pesebre es algo como eso. Nos podemos concentrar en él y perder de vista el blanco.
Lucas nos cuenta acerca del pesebre porque es una señal que les permite a los pastores encontrar al niño correcto. El versículo 12 dice: «Esto les servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Son instrucciones sobre dónde encontrarlo, ya que hay una buena posibilidad que sea el único bebé en todo Belén que esa noche está acostado en un pesebre.
La cosa es que el pesebre no es necesariamente importante por sí mismo. Es quién ha sido puesto en el pesebre lo que lo es todo. Y el ángel de manera hermosa les explica a los pastores quién es él: «un Salvador, que es Cristo el Señor» (v. 11). Este niño al que los estoy dirigiendo a visitar es el Mesías, el tan esperado Salvador del mundo. Este es el Rey que ha venido a iniciar el reino de Dios en la Tierra.
Y es en esa real, majestuosa realidad—no la realidad del bebé acostado en un pesebre humilde—que las huestes celestiales entonces inician la adoración justo en frente de los pastores. Este es el niño Cristo, el Rey de reyes que ha venido a nosotros para que tengamos vida y podamos experimentar la salvación.
La navidad nos recuerda el nacimiento de Jesús, no el uso de un pesebre para nacer. Nos recuerda el amor de Dios al darnos un Salvador, no Su amor al darnos un techo y paja en el piso.
Al igual que un regalo, lo más importante es lo que está dentro de la caja, lo que no podemos ver inmediatamente, aquello que debemos buscar. Al igual que un regalo, debemos buscar dentro del pesebre para encontrar a Jesús.
Llegó la Navidad. Llegó nuestro regalo. Cristo está aquí.
Solo tienes que pedirle a Dios que derrame su luz eterna sobre ti. Él nacerá en tu corazón.
Te invito a buscar en tu corazón un pesebre para este niño rey que ha nacido en Belén.
Realice el llamado al altar, ya sea para conversión o consagración.
Puede usar esta oración si desea y entregársela a los que están en el altar.
Mi corazón, tu pesebre.
Como el establo donde estás, mi corazón, como el heno, es sencillo y frágil.
Pero, si permanecieras en mí, haz de mi corazón tu pesebre, es mi ruego a ti.
Haz de mi mundo tu Belén, con el Hijo del cielo en el centro de él.
Haz de esta noche un cielo pastoral, que resplandece a prisa ante el alba celestial.
Agita el aire con alas de querubín.
Roza esta tierra. Que canten ángeles.
Quiero ver tu rostro. Quiero probar tu gracia.
Nace en este lugar.
Es mi oración a ti.
Amén.